La soja (Glycine max) es un cultivo de ciclo primavero-estivo-otoñal (campaña de gruesa) cuya siembra comienza en octubre y culmina en enero, dependiendo de las latitudes. Su período crítico ocurre entre el estadio de R3 y R4, donde inicia y finalización la formación de la vaina. El principal destino de su producción es el mercado de exportación y la alimentación animal. Según los datos obtenidos en las últimas décadas en Argentina, el rendimiento promedio ronda los 2.800 kg/ha y, debido a su gran adaptabilidad a diferentes condiciones edáficas y climáticas, su producción se encuentra distribuida en gran parte del territorio nacional. La soja tiene la capacidad de fijar nitrógeno atmósferico mediante la simbiosis con bacterias del género Bradyrizhobium. Los principales nutrientes que limitan su producción en los suelos de la región son: Fósforo (P), Potasio (K), Azufre (S), Boro (B), Zinc (Zn) y Manganeso (Mn). Además, se han observado aumentos de rendimiento frente al agregado de Boro (B) y Molibdeno (Mo).