La ganadería en Argentina se sostiene principalmente a base de recursos forrajeros. Dentro de estos, los pastizales naturales y las pasturas cultivadas (cultivos anuales o perennes) suelen ser los más económicos por kg de materia seca producida.
La implantación de las pasturas es un proceso complejo y fundamental que condicionará la productividad y la perennidad de estas, siendo esta etapa el equivalente al periodo crítico de los cultivos de grano. Por eso, a la hora de implantar una especie forrajera, se deben realizar una serie de labores y tomar ciertos recaudos a fin de mejorar las condiciones iniciales para el establecimiento de dicha especie.
Durante esta etapa ― que incluye un periodo de planificación y otro de ejecución ― el productor debe poner atención en: la elección de las especies a sembrar, la fecha y densidad de siembra, la calidad de semilla, la inoculación de las leguminosas, el cultivo antecesor, la preparación de la cama de siembra y barbecho, la profundidad de siembra, el método de siembra y la fertilización (Figura 1).
Figura 1: descripción de las etapas de implantación de una pastura perenne. Adaptado de Pagliaricci (2002).
Un correcto manejo de la nutrición y fertilización al momento de la siembra potenciará la etapa de implantación de los recursos forrajeros y, consecuentemente, optimizará la producción de carne, leche y lana.
En líneas generales, los nutrientes que condicionan la implantación de las pasturas perennes en la región pampeana son el Nitrógeno (N) y el Fosforo (P). En menor medida, también se supeditan al Azufre (S) y Zinc (Zn), ya que la mayoría de los suelos del país presentan niveles de disponibilidad inferiores a los requerimientos, limitando el crecimiento de pasturas y su desarrollo temprano.
Durante la implantación, los requerimientos de estos nutrientes suelen ser máximos debido a que las especies perennes son de establecimiento lento, presentan un escaso volumen radical, y con este, una pobre exploración del suelo.
Además, son sembrada durante el otoño, extendiéndose el periodo de implantación hasta el invierno. En efecto, debido a que las temperaturas en esta época son bajas, el aporte de nutrientes por mineralización es escaso, siendo muy importante suplir estos requerimientos con una correcta fertilización de base al momento de la siembra.
Así, cuando se usa la fuente adecuada, a la dosis conveniente durante la siembra se potencia el desarrollo radical temprano, favoreciendo la exploración de suelo para acceder a más nutrientes y agua, preparándola desde estadios tempranos para sobreponerse a periodos de déficit hídricos. Además, al estimular el establecimiento de la planta, se mejora la resistencia al pastoreo y se evita que los animales puedan desprenderla cuando se alimenten de ella.
Por otro lado, fertilizar a la siembra estimula notablemente el crecimiento inicial. Como se mencionó anteriormente, el crecimiento inicial de las especies forrajeras perennes es lento, sobre todo cuando esto ocurre durante el otoño-invierno. Sin embargo, cuando a esta etapa se la acompaña con los nutrientes necesarios, la tasa de crecimiento inicial se ve afectada positivamente, manifestándose en un crecimiento más vigoroso, lo que permite lograr una cobertura vegetal rápida, una competencia con malezas agresiva y, potencialmente, un adelanto en la fecha de primer pastoreo.
Cabe destacar que un mayor éxito en la implantación por una correcta nutrición puede llevar a un mejor aprovechamiento de las semillas sembradas, como se observa en la Figura 2, en la cual se evalúa la cobertura a distintas densidades de siembra de alfalfa, con y sin fertilizante en la línea.
Figura 2. Cobertura de alfalfa durante el segundo invierno con y sin fertilizante fosfatado a la implantación, en Pasman, 2003.
A su vez, diversos estudios han mostrado que cuando se fertilizan las pasturas perennes en la línea de siembra, el logro de plantas y la producción de materia seca es mayor versus la aplicación de fertilizantes al voleo. Esto puede observarse en la Figura 3, la cual corresponde a un experimento realizado con dosis crecientes de fertilizante. Solo a dosis elevadas de fertilizante, se logra la misma producción al voleo que en la línea, mientras que cuando se utilizaron dosis intermedias a baja, siempre la fertilización a la línea fue más efectiva.
Figura 3. Respuesta al agregado de fertilizante a la siembra, como forraje acumulado en el año de implantación, según el método de aplicación (Adaptado de Marchegiani y Satorre, 1981).
Esto es así debido a que a medida que acercamos el fertilizante a la semilla, se favorece la difusión y la intercepción radical, potenciando principalmente la utilización de nutrientes no móviles como el P y el Zn. La siembra en la línea tiene como limitante la potencialidad de generar fitoxicidad. Dentro de los factores que inciden en este proceso, se destaca el efecto salino que genera un estrés hídrico en las plántulas por la competencia con el agua de suelo en la implantación.
Teniendo en cuenta esto y la necesidad sine qua non de fertilizar en la línea al momento de sembrar, se vuelve de vital importancia la elección de una fuente y dosis eficiente, que minimice o elimine este proceso. Amauta Agro cuenta con la familia de fertilizantes arrancadores “Micro +” la cual incluye microgranulados de alta eficiencia especialmente diseñados para la nutrición de los cultivos, que brindan un aporte equilibrado de nutrientes desde la siembra. Estas soluciones permiten una aplicación ultra-localizada junto a las semillas, garantizando una distribución uniforme y un acceso diferenciado de los nutrientes, mejorando la absorción y utilización por parte de las plantas. Esto promueve una germinación óptima y un desarrollo radical vigoroso temprano, potenciando la correcta implantación del cultivo.
En ensayos realizados en el año de implantación sobre alfalfa en Río Cuarto, Córdoba, con el uso de Micro+Plus (10%N; 46% de P2O5; 5% SO3; 1% de Zn) se lograron incrementos de hasta 3400kgMS/ha.
En conclusión, la adecuada implantación de pasturas en la ganadería representa un proceso crítico que influye directamente en la productividad y sostenibilidad del sector. La atención cuidadosa de varios factores, como la correcta elección y dosificación del fertilizante a utilizar en la siembra pueden potenciar el crecimiento inicial, maximizando su productividad y su perennidad.
Bibliografía consultada