Azufre: el aliado para una nutrición eficiente de fina

Área de Desarrollo de Mercado y Producto – Amauta Agro S.A

Debido al laboreo intensivo y la falta de rotaciones con praderas y gramíneas, la región pampeana Argentina ha evidenciado un proceso gradual de reducción en el contenido de materia orgánica (MO). Esta disminución impacta directamente en la disponibilidad de nutrientes como el Azufre (S), dado que la fracción orgánica representa aproximadamente el 95 % del contenido total de este nutriente en el suelo.  

 

A modo de ejemplo, se puede resaltar que incluso en los suelos del sudeste bonaerense, caracterizados por presentar niveles típicamente elevados de MO, ya han demostrado respuestas positivas a la fertilización azufrada. Estos hallazgos comprueban que, frente a una disminución de las fracciones lábiles de S en los suelos, asociadas a la MO, las deficiencias de S aumentarán tanto en frecuencia como magnitud. 

 

En respuesta a estas deficiencias, diversos estudios reportaron mejoras significativas en el rendimiento de cultivos como la soja, el trigo y el maíz tras la aplicación de fertilizantes azufrados (Gutierrez Boem et al., 2006; Divito et al., 2014; Salvagiotti y Miralles, 2008; Reussi Calvo et al., 2011; Ferraris et al., 2006; Pagani et al., 2009). Sin embargo, es importante destacar que la deficiencia de S no es generalizada en toda la región pampeana, sino que su aparición está condicionada por diversos factores. 

Deficiencias de Azufre: condiciones predisponentes y determinación de laboratorio

Las condiciones predisponentes para la deficiencia de S incluyen suelos de textura gruesa, pobres en MO, sometidos a la siembra directa y con prolongada historia agrícola. También la ausencia de barbechos suele ser un factor condicionante. Este nutriente suele ser deficiente en ambientes de loma de alta productividad y/o sin aporte sub-superficial de agua rica en sulfato. El conocimiento de estas limitaciones brinda una primera aproximación para evaluar la probabilidad de que los cultivos experimenten una deficiencia de S, permitiendo así un manejo más eficiente y sostenible de los recursos agrícolas en la región. 

 

La determinación de la cantidad de S-sulfato en el suelo al momento de la siembra de los cultivos ha revelado un valor predictivo limitado sobre la probabilidad de respuesta a la fertilización con S en la región pampeana (Pagani y Echeverría, 2011; Steinbach y Álvarez, 2012; Divito y Echeverría, 2014). Una de las razones radica en la escasa precisión de la técnica de laboratorio utilizada para determinar el contenido de este nutriente, denominada cuantificación turbidimétrica (Russi et al., 2010; PROINSA, 2013). Además, el aporte de sulfato de horizontes subsuperficiales (Echeverría et al., 2015), proveniente tanto del agua de napa como de la mineralización del S orgánico durante el ciclo del cultivo influyen limitando la efectividad de este método. Algunos indicadores sugeridos para aumentar la efectividad del diagnóstico a nivel de laboratorio se basan en relacionar el aporte de S con el N mineralizado en incubación anaeróbica (Nan) y el contenido de carbono orgánico en la fracción particulada del suelo (C-FP), que es una fracción de la MO fácilmente mineralizable. 

El rol del azufre en el cultivo de fina

Si bien los cultivos de trigo y cebada tienen un bajo requerimiento relativo de S, en los últimos años se ha observado una respuesta positiva a la fertilización con este nutriente en la región pampeana. A partir de datos recopilados entre 1995-2009, Steinbach y Álvarez (2012) determinaron una respuesta media para trigo de 300 kg de grano por hectárea, con una eficiencia de uso del fertilizante de 17 kg de grano por kg de S aplicado (Figura 1). En una red de 30 ensayos recientes, se identificó un 17% de sitios con respuesta, con una mejora de 500 kg por hectárea (Echeverría et al., 2011). Por otro lado, ensayos realizados por Mateos J. et al durante las campañas 2016 y 2017 en el sudeste de la provincia de Buenos Aires encontraron eficiencias de conversión de hasta 39kg de grano de trigo por kg de azufre aplicado. 

 

Por su parte, respecto a la cebada cultivada en la región pampeana, Prystupa y Ferraris (2011) encontraron respuestas sustanciales en relación con el S en el 20 % de los casos, especialmente en ambientes de mayor potencial de rendimiento, con un aumento promedio de 590 kg por hectárea. En términos generales, la relación histórica entre el precio del grano y el S es de 9:1, lo que resalta la rentabilidad de la práctica de fertilización sin considerar su efecto residual. 

Figura 1. Respuesta en rendimiento y eficiencia promedio de uso de azufre para diferentes cultivos de la región pampeana. Adaptado de Steinbach y Alvarez (2012). 

 

Características del azufre y su complementariedad con el nitrógeno

El azufre es un elemento con una dinámica en el suelo similar al nitrógeno, ya que es móvil (dinámico, susceptible a lixiviarse) y su reservorio natural es la MO. Respecto a su rol en los vegetales, interviene en la expansión del área foliar y es un constituyente muy importante de la eficiencia fotosintética y de las proteínas (Ferraris, 2020; Boga, 2014). También forma parte de los aminoácidos metionina y triptófano (esenciales), así como también cisteína y cistina (Echeverría et al, 2015). 

 

La principal forma de salida del S en los sistemas productivos es su extracción periódica a través de las cosechas de granos, pasto, carne, entre otros. También las precipitaciones abundantes pueden favorecer las pérdidas por lavado de los sulfatos de la solución del suelo, así como por escurrimiento superficial. En condiciones de anaerobiosis, como en suelos inundados, se puede dar la volatilización en forma de SH2. Los sulfatos, al igual que los nitratos, son iones solubles y móviles, por lo que son susceptibles a la lixiviación. 

 

Existe una estrecha interacción entre las fertilizaciones con Nitrógeno y Azufre (Wooding et al., 2000b), ya que ambos elementos tienen efectos determinantes en el rendimiento y la calidad del grano (Moss et al., 1981). Además, el S actúa junto al N en procesos relacionados a la síntesis de proteínas y enzimas.  

 

La deficiencia de S puede resultar en plantas pequeñas y débiles, con tallos cortos y delgados, una tasa de crecimiento reducida y retraso en la maduración, especialmente en cereales. Las hojas jóvenes pueden tornarse de color verde claro o amarillento, con nervaduras marcadas (Echeverría et al, 2015). En estos casos, el nitrógeno, componente central de la enzima rubisco responsable de la fotosíntesis, juega un papel crucial en el crecimiento y desarrollo de los cultivos. La respuesta al aumento en el rendimiento debido a la fertilización con N se ve amplificada cuando se aplica también S (Figura 2, panel izquierdo) observándose una mayor eficiencia en el uso de N (producción de grano por unidad de N añadido) cuando no hay limitaciones de S, logrando un incremento del 45% comparado con cultivos no fertilizados con S. Además, se evidencia una elevada y eficiente absorción de N cuando se fertiliza con S (42% vs 70% para S1 y S2, respectivamente) (Salvagiotti et al, 2009). 

 

Figura 2. Rendimiento y N absorbido por el cultivo de trigo en madurez fisiológica en función de la dosis de fertilizante nitrogenado aplicado con (S2) y sin (S1) la adición de azufre. (Adaptado de Salvagiotti et al, 2009). 

 

Cuando la disponibilidad de agua no es limitante para el cultivo, la captura de radiación es la que toma el protagonismo. La fertilización con S demostró su capacidad para favorecer el desarrollo de área foliar, especialmente cuando el cultivo no presenta deficiencias de N. Este aumento en el área foliar se traduce en una mayor captura de radiación solar y, por lo tanto, más fotosíntesis.  

 

En la Figura 3, la cual compara la intercepción de la radiación con niveles creciente de oferta nitrogenada, surge una relación positiva entre ambas variables, producto de una mayor expansión foliar. Sin embargo, esta relación logra maximizarse cuando los niveles de azufre no son limitantes, mostrando un sinergismo entre ambos nutrientes, la expansión foliar y, en con esto, la intercepción de la radiación. 

 

Figura 3. Intercepción de radiación en función de la disponibilidad de N con y sin adición de azufre (Adaptado de Salvagiotti & Miralles, 2008). 

 

En resumen, la fertilización equilibrada entre N y S es un factor crucial para potenciar el crecimiento del cultivo de trigo durante etapas criticas para la definición del número de granos. Por su parte, la adición de S favorece el desarrollo del área foliar, lo que a su vez aumenta la capacidad del cultivo para capturar radiación solar durante períodos críticos. No obstante, cabe destacar que la disponibilidad adecuada de N es fundamental para aprovechar al máximo los beneficios de la fertilización con S. 

 

En ese marco, el diagnóstico preciso de las necesidades de N, basado en el contenido de N-NO3 al momento de la siembra y en la evaluación del potencial de rendimiento de cada área cultivada, es clave para optimizar el uso de recursos e insumos agrícolas. 

 

Nutribalance, la familia nitrógeno-azufrada de Amauta Agro 

En Amauta ofrecemos fertilizantes que combinan nitrógeno y azufre y se comercializan bajo el nombre de Nutribalance. Se trata de granulados que nutren el cultivo de forma equilibrada, combinando nitrógeno enriquecido con azufre, calcio y magnesio altamente solubles, asegurando una óptima asimilación por parte de las plantas. Su versatilidad permite su aplicación en diferentes momentos del ciclo del cultivo, ya sea en pre-siembra, a la siembra o post-emergencia. Las variaciones en sus formulaciones permiten adaptar la estrategia nutricional en función de los requerimientos de cada situación. 

 

Además, Nutribalance posee tecnología DURAMON®, la cual actúa sobre las diversas formas de nitrógeno presentes en el fertilizante, protegiéndolo de la lixiviación y mejorando la eficiencia de las unidades de nitrógeno aplicadas. Este enfoque no solo impulsa un manejo agrícola más eficiente, sino que también aboga por prácticas amigables con el medio ambiente al reducir significativamente la contaminación del suelo y del agua debido al lavado de nitrógeno. 

 

La Figura 4 presenta la respuesta en kilogramos por hectárea de trigo en diferentes lotes con porcentajes variables de materia orgánica (% MO) comparando dos tratamientos: Una fuente tradicional de N y Nutribalance como fuente N, S, Ca y Mg. 

 

Figura 4. Respuesta en kg/ha en trigo en función del contenido de materia orgánica para dos estrategias nutricionales: N vs NSCaMg 

 

Puede analizarse que Nutribalance, al combinar N y S con Ca y Mg, logró una mejor respuesta frente a la fuente tradicional de N. Además, en aquellos ambientes más propensos a presentar deficiencias de S por poseer menos % MO, el diferencial de respuesta fue mayor.  

 

Asimismo, se observa que a medida que aumenta el % MO, la respuesta a la fertilización tiende a disminuir, ya que la oferta ambiental de nutrientes es mayor. Sin embargo, en todos los ambientes, contar con una fuente nitrogenada balanceada que aporta S, Ca y Mg exploran respuestas mayores que fuentes nitrogenadas tradicionales. Esto sugiere que la adición de S junto con N es crucial para maximizar el rendimiento del trigo, destacando la importancia de una fertilización equilibrada para optimizar la producción agrícola.